Continúo con las muertes infames: Sócrates, asesinado por sus propios conciudadanos (cosa todavía bastante usual, tristemente); Giordano Bruno, por ir contra la Iglesia; y qué decir de los hombres que han sido obligados a convertirse en asesinos, y en víctimas, en las tantas guerras que ha librado nuestra estúpida especie consigo misma.
David Alberto Campos V, Ópera Cromática, 2005
martes, 27 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario