martes, 27 de mayo de 2008

CXLVI

Fui armando una musa de carne y hueso a partir de tanta experiencia fenoménica, Dios bendiga a las neuronas, pues la percepción misma se va moldeando y la sinaptogénesis y la buena voluntad y nuestras mismas aspiraciones estéticas crean lo que queremos, y terminamos viendo lo que anhelamos ver, así haya un mundo real y objetivo allá afuera.

Tenía algo de razón Descartes, lo importante es que proyectamos nuestro mundo y por eso del mundo acabamos conociendo sólo lo que llevamos dentro: el espejo, mi musa o un anaquel de
sensaciones, el azul, la rima, el viaje, la música aquella, los arquetipos menos imaginados, esta vivencia.

David Alberto Campos V, Ópera Cromática, 2005

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