martes, 27 de mayo de 2008

CXCIII

Hermano, ojalá supieras
Que no es en vano el sacrificio
Que escribo y pienso en ti
Y sufro sin poder hablarte,
Perdona mi ausencia
Entiende que las cosas pasan
Que quiero llevar las riendas de la vida
Pero el caballo es brioso, impredecible,
Por eso requerimos fuerza, hermano,
Y no ésa fuerza mediocre de los músculos,
Sino la otra, la que mueve al Cosmos
La que acorta los trayectos
La que trasciende abismos y montañas
Querido maestro, de todo se aprende:
Alguna vez podré domar el caos
Y volveré a ti, hermanito
Espero puedas apreciar las cicatrices,
No las de la piel: las otras
Y sepas también en ellas
Leer este cariño inmenso.

David Alberto Campos V, Ópera Cromática, 2005

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