martes, 27 de mayo de 2008

CXLIII

A todas estas, el doctor Morado tiene una prosa inconfundible. Hombre de gran sapiencia y nada despreciable talento literario, sus anotaciones en las fichas clínicas han hecho que sus discípulos le
llamen: “el heredero de Bleuler”, aunque, por lo ocasionalmente pedantesco de su estilo, también podría llamársele “el hijo bastardo de Cajal”.

David Alberto Campos V, Ópera Cromática, 2005

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